Desde que empezó la campaña de vacunación contra la Covid-19, son muchas las personas que tienen dudas sobre la efectividad y la seguridad de cada una de las vacunas.
Antes de todo, queremos aclarar que TODAS las vacunas autorizadas cumplen los requisitos para ser comercializadas bajo unos estrictos requisitos de seguridad, por lo que, cualquiera de ellas es segura para los humanos.
Entonces, ¿Por qué se habla de vacunas buenas y vacunas malas?¿Son unas más seguras que otras?¿Hay alguna que de menos reacciones adveras? ¡Hoy despejamos las dudas!
¿Qué tipos de vacunas contra la Covid-19 existen?
Actualmente hay muchas vacunas en desarrollo. Entre las más nombradas están la vacuna de Pfizzer, Moderna, AstraZeneca o Johnson&Johnson.
Las dos primeras, son vacunas novedosas, las cuales funcionan a través de RNAm. ¿Qué quiere decir esto?
De un modo bastante simplificado, estas vacunas lo que «inyectan» en nuestro organismo, son fragmentos de un material genético sintetizado en laboratorio similar al del virus. Este material infectan nuestras células con el fin de que estas fabriquen la proteína que el organismo reconocerá, necesaria para crear la inmunidad.
Por el contrario, las otras dos vacunas utilizan los llamados «vectores víricos». Estos son otros tipos de virus, genéticamente modificados para hacerlos similares al virus del SARS-CoV-2. Estos virus (sin capacidad de multiplicación) infectaran nuestras células y crearán la respuesta inmunitaria necesaria para que nuestro cuerpo cree la inmunidad.
Vacunas tan novedosas, ¿Pueden ser seguras?
Es cierto, que las dos primeras, son vacunas novedosas, nunca antes creadas para uso humano. Aún así, no quiere decir que su efectividad o seguridad sean comprometidas, ya que hay un gran periodo de estudio que respalda su uso. Su mayor complicación es la temperatura de conservación, que como ya sabemos, está muy por debajo de los 0 grados.
Por el contrario, son más fáciles de sintetizar.
¿Son unas más eficaces que otras?
Efectivamente, la eficacia varía en función de la vacuna.
Todos los estudios apuntan, a que las vacunas de Pfizzer y Moderna, podrían tener mayor porcentaje de efectividad. Nosotros no entraremos en cifras, ya que, la efectividad de las vacunas están aún en estudio y es muy difícil conocer actualmente el porcentaje. Además, estos porcentajes no son porcentajes fijos en todas las personas. Ya sabéis, como se suele decir: cada cuerpo, es un mundo.
Aún así, desde aquí queremos concienciar a la población. Ninguna vacuna es mala por tener menor porcentaje de efectividad que otra. Todas tienen un alto porcentaje de efectividad y seguridad. Porcentajes que se vuelven aún más próximos entre sí, si tenemos en cuenta la cantidad de gente que está muriendo.
Muchas vacunas anteriormente sintetizadas contra otros virus, han demostrado tener menor efectividad, y aún así, han servido para frenar brotes, epidemias y pandemias. Un ejemplo es la vacuna de la gripe. Su efectividad varía desde el 60% al 40% en función de la cepa, y aún así, evita miles de muertes cada año.
¿Qué efectos secundarios tiene?
Al igual que la efectividad, un gran condicionante para los efectos secundarios, es la persona a la que se inocula la vacuna.
Los más frecuentes son: cansancio, dolor en la zona de inoculación, fiebre (38-39ºC), escalofríos, dolor muscular, náuseas…
Todas ellas normales. Esto ocurre a que el cuerpo reacciona ante una sustancia extraña del organismo, suceso fundamental para la creación de la inmunidad.
¿Si estoy vacunad@, ya no puedo contraer el virus?
Este es una de las mayores errores. La vacuna NO evita que nos infectemos del virus. Su función es preparar al cuerpo para que en el caso de infección, sepa defenderse del mismo, y así obtener una recuperación en el menor tiempo posible. Tanto que incluso, que en muchos casos no notaremos que hemos sido contagiados.
Es por ello, que aún estando vacunados, debemos seguir las mismas medidas de seguridad, para evitar contagiar a aquellos que aún no lo están.